En los tres
tomos de la edición “Exilio a la Vida”, publicados por la Unión Israelita de
Caracas, se pueden leer y ver en fotos los testimonios de sobrevivientes de la más
horrenda tragedia que pueblo alguno haya podido sufrir en la contemporaneidad.
Dos familiares cuyas vidas fueron separadas durante ese período se encontraron
en Caracas y fue motivo de mi atención captada en su íntima conversación.
Un relato de
la vida real durante un shabat entre Zuñe Kertznuts y mi tía Haica Feldman,
después de 60 años sin saber uno del otro. Al contemplarlos con sus manos
juntas, me inspiré y escribí lo siguiente:
“Me quedan pocos
años para completar toda mi
existencia, al tomar consciencia de lo
que es vivir, debo afrontar un peso en el corazón por el llamado impaciente y contarte
mis sentimientos sobre los recuerdos a sabiendas que no debo exigir, me haces
apartar toda prudencia y entregarme plenamente así como me expresaste en Auschwitz
que te entregas totalmente cuando así lo sientes. Vi en tus
ojos el clamor de probar lo prohibido con un dejo de esperanzas en ese infierno al apoyar
tu cara sobre mi pecho y mojarme todo
con tus lágrimas.
Nuestro
encuentro ha sido como el ocaso de una tarde, por una luz que se va apagando
lentamente hasta desaparecer en la penumbra, pero continúan nuestras sombras
entremezcladas en un solo cuerpo. Llamas a despertar tus deseos sin decirlo, yo
entiendo tu mirada sin horizonte ni preguntas, solo al contemplarte y tocar tus
dedos me dices toda una pléyade de frenéticas y fugaces deseos, yo trato de
hacerlos interminables. Tus palabras llenan el vacío del silente espacio
adornado por la bondadosa luz de las velas del shabat, me dices tantas cosas
que quisiera detener con un sello de labios, te remontas a chiquilladas con
risas y procuro participar contigo las memorias.
Hasta cuando
tendré los deseos tan a flor? con el ímpetu de este encuentro que me elevan a
esferas aún desconocidas, estaré contigo hoy tratando de vivir la intensidad de
cada segundo cuando el tiempo nos previene de los vaivenes normales de la vida.
Hoy a mis 88 años, al tocar tu piel refresco
en mi memoria aquellos días de terror, hambre e indignación como en nuestros
encuentros fugaces de Birkenau
Disfrutar estos
momentos contigo y la sensación de plenitud al estar juntos es el placer de los
placeres, mañana estaremos cada uno en su mundo, y quiero decirte que tengo
tanto de ti que ni tú lo comprendes”.
Max Sihman
Max.sihman@gmail.com
Razones para la esperanza
ResponderEliminarNos hemos reunido para celebrar la publicación de la tercera entrega de los testimonios de sobrevivientes de la Shoá en Venezuela. Pero voy a rogarles que me disculpen, ya que no pienso dedicarme a glosar esta obra, de la que he tenido el honor de ser invitada a escribir el prólogo. A cambio, prefiero que el acento de estas palabras de presentación recaiga en la supervivencia y los supervivientes, para celebrar a quienes hoy tenemos la fortuna de que nos acompañen. Contrariamente a lo que sería lógico esperar, por tanto, voy a evocar sólo una de las dos caras de la supervivencia —siendo la otra, claro está, la sombría y dolorosa faz del exterminio—.
Quiero
Precisamente: porque el antisemitismo y el antisionismo vuelven a enseñorearse del mundo, más que nunca conviene apostarlo todo a la esperanza. Este, en todo caso, es mi personal Ein brera: no hay alternativa a la esperanza.
No remitiré expresamente, pues, a la Shoá y su espantosa realidad, pero en cambio quiero dedicar estas palabras a todos los supervivientes, especialmente a los que hoy nos acompañan. Que a la hazaña de haber conservado “el mayor tesoro de todos”, la vida, han sabido sumar la valentía de enfrentarse a sus dolorosos recuerdos para testimoniar y ofrecernos “el mayor don de todos”: la memoria de los suyos desaparecidos. La memoria de un mundo que, gracias a su testimonio, perdurará para las generaciones futuras.
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Año:XXXIX Número:1786