miércoles, 10 de diciembre de 2014

Sociedad Israelita de Maracaibo : 20 años de historia, 1945-1965

Sociedad Israelita de Maracaibo : 20 años de historia, 1945-1965


2 comentarios:

  1. Camino que se bifurca
    Y o soy un baby boomer, que quiere
    decir “nacido en la generación de la
    abundancia”, simplemente en la posguerra,
    dentro de la ebullición económica de
    restitución de los derechos ciudadanos y
    los convenios internacionales formulados
    en Bretton Woods, la creación de las Naciones
    Unidas, el atrevimiento del rock,
    las fiestas de teenagers, los carros envenenados,
    el festival de Woodstock, en fin,
    con la mente centrada en ilusiones percibidas
    en el cine y el colegio.
    Como evento trascendental fue declarada
    la independencia del Estado de Israel,
    hecho que propició un acercamiento
    ideológico hacia el judaísmo y la necesidad
    de nutrirnos más en las tradiciones.
    A tal efecto, la pequeña comunidad judía
    de Maracaibo contrató los primeros
    morim y se fundó el Colegio Bilú.
    Nuestra generación perdió el tren de
    una educación formal judía, sin que ello
    nos alejara de la tradición en el hogar. En
    las casas de familias sefardíes, la costumbre
    de invitar a un huésped para el Kidush
    del Shabat fue mi primera experiencia
    para cumplir toda la ceremonia; asistía
    regularmente al servicio en la sinagoga, y
    después venía la cena. Los feligreses vestían
    sobriamente y era una ocasión propicia
    para estrechar vínculos de amistad.
    Comencé a apreciar esa nueva experiencia
    con familiares y amigos. Allí degusté
    la infaltable adafina en el almuerzo, compartiendo
    las anécdotas y recuerdos de
    sus vidas en Europa. La comunidad sefardí
    de Caracas tiene una tradición de
    larga trayectoria que se remonta a finales
    del siglo XIX, y evidencias de esa rica historia
    pueden apreciarse en el Museo “Morris
    E. Curiel”.
    Durante mis estudios en la universidad
    y en mi ejercicio profesional, pasaba
    temporadas en Caracas, y fue allí donde
    conocí a Doris. Se hizo costumbre comer
    adafina en casa de su abuela; fui invitado
    a bodas y fiestas, y por primera vez a una
    berberisca (los hombres con jilaba y las
    mujeres con kaftán). Quedé impresionado
    por las danzas, el contorno y la delicadeza
    de sus manos —influenciadas por los
    ocho siglos de dominación de los moros
    en la Península Ibérica—, sus rostros maquillados
    y grandes ojos negros, sonrisas
    de pureza y feminismo, al ritmo de bongos
    al estilo árabe.
    Me llamó poderosamente la atención
    la decoración de las mesas en Shabat, las
    flores, la platería y la alegría de los comensales;
    la vocación de pertenencia al pueblo
    judío; el amor a la Torá, encumbrada con
    las coronas de una majestuosa reina a la
    cual se rinde un absoluto respeto y devoción.
    Todo ello se traslada de la sinagoga
    al hogar, y allí con atinado respeto se lleva
    a cabo la bendición del vino, el pan y la
    solemnidad de la cena.
    Hemos procreado, con el beneplácito
    de Hashem, dos hermosas hijas, mis yernos
    se han adaptado a las costumbres, y
    al sentarnos todos a la mesa regreso a mis
    años de juventud, preguntándome en silencio:
    “¿Qué hubiese sido de mí en otras
    circunstancias?”.
    Recientemente asistimos a varias
    bodas con predominante influencia
    oriental. Tanto en la decoración como en
    los bailes, impresionan los círculos que
    forman las mujeres vestidas de kaftán;
    bailan con la gracia sumisa, y a la vez
    dominante, de la fiel compañera que
    procura a su hombre con expresiones
    corporales y miradas insinuantes. ¡Qué
    espectáculo!
    En la festividad de Pésaj reunimos
    cuarenta comensales en mi casa. Describir
    la decoración es simplemente enumerar
    los objetos que conforman nuestra
    tradición, que sintetiza una belleza sobre
    la mesa. Lo impresionante fue la Kedushá,
    armonía y congenio de la familia.
    Desafortunadamente, una tarde infeliz
    la decisión nos llevó a una separación definitiva.
    Los recuerdos sentimentales son
    como una luz que se apagó. Hoy deseo
    con todo mi corazón una recuperada felicidad,
    sea cual fuere el destino.

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  2. Buenas Tardes, como fundador de la sociedad israelita de maracaibo, quisiera conocer como puedo obtener un certificado de defunción de alguien que fué miembro de su sinagoga, gracias.

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